Desde hace muchos años, predico, y alerto, como si estuviera en el desierto, sobre ese recurso natural y vital para la subsistencia del ser humano, en particular, preocupado por mi ciudad natal, Alta Gracia, y su conurbano interminable e imparable. La falta o escasez de agua no es de ahora, o un problema existencial, que avizore una pronta solución. Muy por el contrario, estimo devendrá peor, si quienes están al frente del Estado, a todos los niveles, no lo advierten y encaran medidas de fondo y trascendentales.
Que no sólo implicarán inversiones millonarias sino, y además, obras de varios años. En tanto, habrá que acostumbrarse a los periódicos faltantes, con todo el sufrimiento y fastidio que ello provoca en la población. No hay soluciones definitivas, mágicas, ni inmediatas.
Soy consciente de lo que vengo diciendo, y sosteniendo, desde la trinchera de un simple ciudadano, con el arma inútil del sentido común, y la praxis de lo que ocurre en todo el mundo. Árabes e Israelitas, que viven en lugares desérticos, lo advirtieron a tiempo, implementando políticas de Estado, para que su gente no padezca la falta de un elemento vital. Reconvierten el agua salada del mar, en potable, no solo para beberla, sino también, para los cultivos. Hoy , en todo el mundo, el agua vale más que el oro, y es un bien que se evapora y desperdicia. Los desastres ecológicos se suceden, y el medio ambiente se altera y modifica para peor. Fracasan las cumbres de las grandes potencias, y los emprendedores multimillonarios exploran y buscan otros planetas con agua.
Salvo advertir del peligro, no estoy en condiciones de aportar soluciones técnicas. . No solo porque soy ajeno al Poder, donde se toman decisiones, sino que, además , no soy un especialista en Recursos Hídricos. Estoy seguro los hay en la materia, aquí y en otros países. Y es de buen gobernante, saber recurrir a ellos, cuando hay situaciones extremas.
No es hora de echar culpas, a pocos o muchos. El problema es un carcinoma social que, si no se lo encara con inteligencia y audacia, se convertirá en una metástasis , no sólo para la subsistencia individual sino que, además, afectará la salud de todos los vecinos., sin distingos de ningún tipo.
Es hora de grandezas, donde toda la Comunidad debe involucrarse. Gobernantes, Partidos Políticos, Instituciones, empresas, sindicatos, órdenes religiosas , centros vecinales etc. Convocando ,sencillamente, a los profesionales universitarios que han estudiado la cuestión, y sean luego los Gobiernos, que las implementen. Sin eufemismos.
Porque nadie se salvará solo. Ni pueden tener lugar gurúes o advenedizos de la política o los cargos públicos, que prometan hacer el milagro del agua con los odres de vino. Vale para ambos sexos…
Dicho esto, pasaré al abordaje de mi visión, que mercera objeciones , por cierto. Pero bien vale la pena instalar y debatir el tema, con objetividad e imparcialidad , para encarar soluciones prontas y de fondo. El agua es vida…para nosotros, nuestros hijos,la comunidad toda, mascotas, plantas y todos los seres.Ha sido venerada y temida desde la prehistoria, y nuestros antepasados,le rendían culto sagrado.
Por José Raúl Tissera, libre pensador independiente.
Próxima entrega: el Anisacate, nuestra arteria femoral.